ANÁLISIS DE “ENTRE EL MUNDO REAL Y EL JARDÍN DEL EDÉN: POLÉMICA ENTRE ECONOMISTAS”
¿Es posible seguir creciendo económicamente sin afectar nuestro
planeta? ¿Hasta cuándo podemos seguir explotando los recursos naturales
sabiendo que estos son recursos no renovables? ¿Hay límites al crecimiento en
un medio finito? ¿Hasta qué grado podemos seguir consumiendo como hasta ahora?
El debate sobre crecimiento está vigente, y comenzó con el encargo que realizo
el Club de Roma en 1970 -una asociación compuesta por científicos, empresarios
y políticos, preocupados por el futuro de nuestro planeta-a los investigadores
del Massachusettd Institute of Technology (MIT), bajo la dirección de Denis L.
Meadows, publicando el año 1972 su resultado bajo el título “Los Limites del Crecimiento” concluyendo
entre otros que: “Si la
industrialización, la contaminación ambiental, la producción de alimentos y el
agotamiento de los recursos mantienen las tendencias actuales de crecimiento de
la población mundial, este planeta alcanzara los límites de su crecimiento en
el curso de los próximos cien años. El resultado más probable será un súbito e
incontrolable descenso, tanto de la población como de la capacidad industrial”.
La tesis principal del libro era que “en
un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y
producto per cápita) no son sostenibles”.
El texto se convertiría en referencia a finales de aquel año ya que
derivó en la declaración de Estocolmo, un acuerdo tras la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo, en Junio de 1972.
Este ha sido actualizado: i) En 1992 se publicó “Mas Allá de los Limites del
Crecimiento”, ii) En Junio del 2004 se publica “Los Limites del Crecimiento: 30
Años Después”, y finalmente iii) En 2012 “Los Limites del Crecimiento”,
señalando este último que nuestro planeta ya estaría en los límites físicos, indicando
que nos encontraríamos al borde del colapso.
Mucho antes de la primera publicación de “Los Limites del Crecimiento”, específicamente 1971, Nicholas
Georgescou-Roegen matemático, estadístico y economista rumano publicó La Ley de la Entropía y el Proceso Económico,
considerada como obra fundamental de la
economía ecológica y base de la teoría del crecimiento económico. Su conclusión
más importante es que el crecimiento económico no es la solución de los
problemas económicos, y es la principal causa del problema ambiental: “Es imposible un crecimiento exponencial
indefinido en un medio ambiente que es finito”, proponiendo políticas que
debe asumir los gobiernos para evitar la debacle mundial: i) Reducir el
consumo, además debe de controlarse en forma estricta el consumo de energía,
ii) Prohibición del armamento de guerra, mediante un pacto de los países
productores, iii) Disminución gradual de la población hasta el nivel que pueda
alimentarse de agricultura ecológica, la superpoblación impide la
sostenibilidad; iv) Evitar la fabricación de mercaderías inútiles con alto
costo ecológico, superar las modas, orientar la fabricación hacia productos de
alta duración, y reciclar los bienes, sacando el máximo provecho a todo lo que
usamos; v) Trabajar para vivir y no lo contrario; y vi) Crear una organización
internacional que maneje recursos mundializados alejándose del libre mercado,
ya que si las generaciones futuras vayan a este mercado, su demanda no
ocasiones alza de los precios.
Herman Daly, discípulo de Georgescou, propone un “estado estacionario”[1]
como la mejor alternativa al desarrollo humano y que acabaría conociéndose como
Desarrollo Sostenible, proponiendo: i) Población humana constante, ii) Un
conjunto de material físico y de energía constante, y iii) Reducir la utilización de energía y materiales al
mínimo. Del estado estacionario duda Georgescou, calificándolo como “mito de la
salvación ecológica” señalando que el estado más deseable no es un estado
estacionario sino un estado en decrecimiento, indicando que el crecimiento
tiene que cesar, o más aun, cambiar de signo, dado que si esta población se
mantiene constante con crecimiento cero, seguirá consumiendo recursos naturales
para satisfacer sus necesidades, y estos recursos provienen de un stock de
combustibles y minerales no renovables. Daly critica “la manía del crecimiento”
indicando la “manía” de los economistas por crecer sin tomar en cuenta los
limites ambientales y sociales que este implica, “el crecimiento, la panacea del pasado, se está convirtiendo rápidamente
en la pandemia del presente”, ya que los costos marginales derivados de los
sacrificios ambientales y sociales podría ser mayor que su valor en términos de
los beneficios de la producción.
Desde la perspectiva ecologista se establece que en el largo plazo el
crecimiento económico va a ser siempre perjudicial para el medio ambiente. Frente
a la posición de los ecologistas, Grossman y Krueger señalan que el crecimiento
es perjudicial para el medio ambiente hasta que alcanza cierto nivel de ingreso
per cápita y que más allá, los efectos favorables para el medio ambiente
empiezan a predominar: i) Los ciudadanos se vuelven más preocupados por el
medio ambiente, ii) Hay ingresos adicionales que son derivados a protección del
medio ambiente, y iii) Nuevas tecnologías que permitan un mejor usos de los
recursos naturales, lo que limitaría el aumento de la contaminación e incluso
disminuirla[2]. Por lo
que concluyen que el crecimiento es necesario para la conservación del medio
ambiente o en otras palabras: el crecimiento económico es prerrequisito para
poder implementar políticas ambientales.
Respecto a la relación de la
tecnología, crecimiento económico, escasez y deterioro ambiental; para los optimistas, el ser humano está en la capacidad humana inventar y encontrar soluciones a todos los
problemas que hay en el camino (Como lo han hecho a través de toda la
humanidad); los pesimistas no creen en estos éxitos tecnológicos y temen que
los problemas futuros sean más difíciles de resolver. Para Georgescou existen
restricciones al progreso tecnológico, basándose a la ley de la Entropía,
señala que: “la tecnología más avanzada no puede obtener de un pedazo de carbón
más trabajo útil que la energía libre contenida en él y, en verdad ni siquiera
eso”[3].
Tal y como están las cosas, se plantean exigencias en recursos y
residuos que el entorno limitado del planeta no puede satisfacer: la
superpoblación del planeta, la demanda de alimentos, las desigualdades sociales
se agravan, la distancia entre ricos y pobres cada vez es más grande, el suelo
y el aire se degradan, el cambio climático cada día es más caótico, los suelos
pierden fertilidad, el aumento inmenso del consumo de bienes, la necesidad de energía como el petróleo hace
que en algún momento se agote…y esto es una parte de lo que está ocurriendo; de
seguir con la actual tendencia al crecimiento nos estaremos enfrentando a una
situación crítica de la actual civilización, que a nuestro parecer ya lo
estamos enfrentando.
[1]
Tomando como referencia a John Stuart Mill: “La condición estacionaria del
capital y de la población, no implica el Estado estacionario del mejoramiento
humano. Habría tantas oportunidades para todo tipo de mentalidades culturales,
para el progreso moral, social, para perfeccionar el arte de vivir si las
mentes dejasen de enfrascarse en el arte de medrar”.
[2]
Aplicando la curva de Kuznets, la curva en U invertida representa la
contaminación local en las coordenadas y el ingreso per cápita en las abscisas.
[3]
A más avance tecnológico, será más la necesidad de energía y por consecuente
una expansión de extracción de minerales. Georgescou señala el efecto rebote:
“lo que importa, a fin de cuentas, no es solo el impacto del progreso tecnológico
sobre los recursos por unidad de PBI sino especialmente el aumento de la tasa
de agotamiento de los recursos que es un efecto colateral de ese progreso”.
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