
La elaboración de un Territorio Ordenado donde
habitar, es el sueño de todo ciudadano, y un compromiso de toda autoridad. El
Plan Bicentenario, en su eje 5° Desarrollo Regional e Infraestructura señala
pautas que se debe de tomar en cuenta para lograr este objetivo.
Un problema fundamental para el desarrollo
económico peruano es el enorme desequilibrio en infraestructura y concentración
espacial de la inversión que existe entre Lima Metropolitana y el resto del
país, y entre costa, sierra y selva. No es posible vencer este desequilibrio
sin un esfuerzo nacional de gran envergadura.
Actualmente Lima concentra el 52,6% del valor
agregado bruto (VAB) nacional, al mismo tiempo que la costa concentra el 27,3%,
la sierra el 14,9% y la selva el 5,2%. Lima también concentra el 57,2% del VAB
de manufacturas y el 62,4% del VAB de servicios. Es además sede del 70% de las
10 mil empresas que generan el 98% del PBI nacional; y registra el 43,1% de los
principales contribuyentes y el 58,4% de los medianos y pequeños.
En cuanto a infraestructura, Lima cuenta con la
mayor densidad de red vial; su coeficiente de electrificación llega al 99,2% de
su población y su densidad de telefonía fija es de 19,9 líneas por cada 100
habitantes, el doble que el promedio nacional.
Esta desigualdad trae consigo una dificultad
estructural para disminuir la pobreza, habilitar espacios habitacionales adecuados,
atraer inversiones y desarrollar actividades productivas con tecnología de alto
nivel. De hecho, la desigualdad de las regiones respecto a Lima también se da a
nivel de índices de productividad. Mientras Lima Metropolitana tiene una
productividad promedio por persona ocupada de 20.698 nuevos soles, en la sierra
y la selva alcanza 9.712 y 9.504 nuevos soles respectivamente.
El Plan Bicentenario considera indispensable
poner en práctica estrategias que contribuyan a cerrar las diferentes brechas
de insuficiencia estructural y permitan doblegar los obstáculos que impiden el
desarrollo de las capacidades productivas de las distintas regiones del país.
El Plan Bicentenario considera
indispensable poner en práctica estrategias que contribuyan a cerrar las
diferentes brechas de insuficiencia estructural y permitan doblegar los
obstáculos que impiden el desarrollo de las capacidades productivas de las
distintas regiones del país. Los desafíos que debemos encarar se pueden resumir
en los siguientes ítems:
- · Lograr una alianza entre el sector público y el privado en torno a políticas de promoción de la inversión descentralizada en infraestructura, que permita ejecutar un conjunto planificado de proyectos.
- · Fortalecer la capacidad de decisión de los gobiernos regionales e impulsar la descentralización hacia el desarrollo de corredores económicos transversales que incluyan dos o más regiones.
- · Impulsar el desarrollo territorial con estudios de potencialidades y capacidades de cada espacio regional.
- · Desarrollar agrupamientos poblacionales en ciudades intermedias establecidas sobre la base de un programa de Centros Poblados Planificados (CPP), con servicios básicos y una actividad productiva diversificada.
- · Efectivizar programas regionales de habilitación de infraestructura de agua y saneamiento que eliminen las carencias crónicas de estos servicios.
- · Prever la expansión de las necesidades de electricidad y otras fuentes de energía doméstica y poner en acción políticas que mantengan atendida dicha demanda.
- · Desarrollar con ayuda del sector privado una infraestructura económica y productiva suficiente y adecuada, descentralizada y de uso público.
Un
primer aspecto es que el proceso de regionalización dista mucho de haber
concluido. El mandato constitucional y las leyes orgánicas vigentes, entre
ellas la Ley de Bases de la Descentralización (17 de julio de 2002) y la Ley
Orgánica de los Gobiernos Regionales (19 de noviembre de 2002), consideran como
algo transitorio la actual superposición entre la antigua demarcación departamental
y los actuales gobiernos regionales. Debemos lograr en un plazo no muy lejano
que, mediante referéndum, los antiguos departamentos sean sustituidos por
verdaderas regiones que abarquen dos o más de los antiguos departamentos y
tengan cada cual la indispensable suficiencia territorial y de recursos
económicos, incluyendo en la medida de lo posible, acceso simultáneo a las tres
regiones naturales: costa, sierra y selva.
Si no logramos conformar auténticas
regiones, amplias y autosuficientes, no tendremos verdadero descentralismo.
Seguiremos enfrascados en la vieja e ineficiente demarcación departamental, que
todavía condena a ciertos territorios a la estrechez y el aislamiento y a otros
a una desmesura llena de necesidades. Sobre este tema en particular, el Plan
Bicentenario el Perú hacia el 2021, considera de gran importancia la
conformación de corredores económicos transversales, es decir, sistemas viales
cuya ejecución incluya desarrollar una red de servicios complementarios, de tal
manera que se genere una interdependencia positiva entre ciudades mayores,
medianas y menores.
Estos corredores económicos
transversales ayudarán a estructurar relaciones de complementariedad entre
localidades de distinta envergadura y definirán escenarios más precisos para
invertir en infraestructura atendiendo no sólo las necesidades más urgentes
sino también las expectativas de los actuales gobiernos regionales.
De este modo, la promoción de la
inversión en infraestructura que realice la alianza entre el sector público y
el privado deberá ayudar a diversificar la base productiva regional tomando en
consideración las características de sus recursos y la vocación del potencial
productivo. Una modalidad efectiva de ayudar al desarrollo empresarial
productivo regional es la instalación de conglomerados de cadenas productivas,
que reúnan a pequeñas y microempresas (pymes) con el fin de poner en marcha en
forma conjunta economías de escala y con mayor valor agregado.
Ordenamiento Territorial: Desarrollo Regional y mejora de la Infraestructura
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